lunes, 25 de abril de 2011

Fisiología interna de la risa


             

               “Ante la brusca toma de consciencia de lo que se nos ocurre como algo risueño, los músculos especialmente involucrados en la risa reciben la orden neurológica de moverse para reír; esta misma orden recorre las neuronas en busca de una estructura de referencia donde  situar la  escena  cómica,  humorística  o risueña en el cerebro, pero generalmente no se la puede situar coherentemente, y esa incoherencia provoca más necesidad de reír;  el diafragma se sacude vigorosamente lo cual estimula --y a la vez dificulta (por eso aparecen pequeños ahogos al reír)-- la necesidad de los pulmones de acceder al ingreso de más aire por la orden recibida desde los centros respiratorios bulbares, y también presiona al corazón, haciéndolo bombear más sangre (y nos ponemos “colorados”);  al mismo tiempo, este movimiento muscular genera estímulos o impulsos eléctricos que viajan por los nervios sensitivos hacia el sistema límbico, en el interior del cerebro, produciendo la liberación de un arsenal de hormonas que asustan a los radicales libres que se refugian en sus casamatas. La principal de estas hormonas liberadas, las endorfinas, se contactan con células inmunocompetentes, sobre todo en el timo, y se estimula la liberación de linfocitos T, además de incrementar notablemente la inmunoglobulina A salival, y los interferones. Simultáneamente, las endorfinas ejercen un efecto analgésico en órganos, músculos y articulaciones y un efecto sedante en la esfera linfática por lo cual se produce una sensación de  bienestar  y  relajación  generalizada,  lo  que  va  obligando  a  que  cese  la  risa ”.
          Esto sirve también como explicación de por qué en un cierto momento se “termina” la  risa.

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